La separación de las
repúblicas bálticas fue radical, y llevó a su integración en Occidente (OTAN y Unión Europea), mietras que la de las repúblicas del
Asia central no lo fue tanto, permaneciendo fuertes vínculos con la reorganizada
Federación Rusa. Lo mismo ocurrió en
Bielorrusia, donde se estableció un régimen autoritario.
Ucrania, sobre todo tras la
revolución naranja, se ha mantenido en un difícil equilibrio, no sin conflictos de naturaleza económica, como las denominadas
guerras del gas. En la zona del
Cáucaso se produjo la independencia de las repúblicas del sur (
Georgia,
Azerbaiján y
Armenia),
mientras que el norte permaneció dentro de la Federación Rusa. En ese
entorno se han producido los enfrentamientos más violentos, como el de
Chechenia,
duramente reprimido por los nacionalistas rusos. Ciertos vínculos
institucionales entre las antiguas repúblicas soviéticas se han
mantenido en una
Comunidad de Estados Independientes (CEI), de entidad poco más que simbólica.
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