El Socialismo Científico
Gracias
a Karl Marx y a Friedrich Engels, el socialismo adquirió un soporte teórico y
práctico a partir de una concepción materialista de la historia. El marxismo
sostenía que el capitalismo era el resultado de un proceso histórico
caracterizado por un conflicto continuo entre clases sociales opuestas. Al
crear una gran clase de trabajadores sin propiedades, el proletariado, el
capitalismo estaba sembrando las semillas de su propia muerte, y, con el
tiempo, acabaría siendo sustituido por una sociedad comunista.
En 1864 se fundó en Londres la Primera Internacional, asociación que pretendía establecer la unión de todos los obreros del mundo y se fijaba como último fin la conquista del poder político por el proletariado. Sin embargo, las diferencias surgidas entre Marx y Bakunin (defensor del anarquismo y contrario a la centralización jerárquica que Marx propugnaba) provocaron su ruptura. Las teorías marxistas fueron adoptadas por mayoría; así, a finales del siglo XIX, el marxismo se había convertido en la ideología de casi todos los partidos que defendían la emancipación de la clase trabajadora, con la única excepción del movimiento laborista de los países anglosajones, donde nunca logró establecerse, y de diversas organizaciones anarquistas que arraigaron en España e Italia, desde donde se extendieron, a través de sus emigrantes principalmente, hacia Sudamérica. También aparecieron partidos socialistas que fueron ampliando su capa social (en 1879 fue fundado el Partido Socialista Obrero Español). La transformación que experimentó el socialismo al pasar de una doctrina compartida por un reducido número de intelectuales y activistas, a la ideología de los partidos de masas de las clases trabajadoras coincidió con la industrialización europea y la formación de un gran proletariado.
Los
socialistas o socialdemócratas (por aquel entonces, los dos términos eran
sinónimos) eran miembros de partidos centralizados o de base nacional
organizados de forma precaria bajo el estandarte de la Segunda Internacional
Socialista que defendían una forma de marxismo popularizada por Engels, August
Bebel y Karl Kautsky. De acuerdo con Marx, los socialistas sostenían que las
relaciones capitalistas irían eliminando a los pequeños productores hasta que
sólo quedasen dos clases antagónicas enfrentadas, los capitalistas y los
obreros. Con el tiempo, una grave crisis económica dejaría paso al socialismo y
a la propiedad colectiva de los medios de producción. Mientras tanto, los
partidos socialistas, aliados con los sindicatos, lucharían por conseguir un
programa mínimo de reivindicaciones laborales. Esto quedó plasmado en el
manifiesto de la Segunda Internacional Socialista y en el programa del más
importante partido socialista de la época, el Partido Socialdemócrata Alemán
(SPD, fundado en 1875). Dicho programa, aprobado en Erfurt en 1890 y redactado
por Karl Kautsky y Eduard Beristaín, proporcionaba un resumen de las teorías
marxistas de cambio histórico y explotación económica, indicaba el objetivo
final (el comunismo), y establecía una lista de exigencias mínimas que podrían
aplicarse dentro del sistema capitalista. Estas exigencias incluían importantes
reformas políticas, como el sufragio universal y la igualdad de derechos de la
mujer, un sistema de protección social (seguridad social, pensiones y
asistencia médica universal), la regulación del mercado de trabajo con el fin
de introducir la jornada de ocho horas reclamada de forma tradicional por
anarquistas y sindicalistas y la plena legalización y reconocimiento de las
asociaciones y sindicatos de trabajadores.
Los
socialistas creían que todas sus demandas podían realizarse en los países
democráticos de forma pacífica, que la violencia revolucionaria podía quizás
ser necesaria cuando prevaleciese el despotismo (como en el caso de Rusia) y
descartaban su participación en los gobiernos burgueses. La mayoría pensaba que
su misión era ir fortaleciendo el movimiento hasta que el futuro derrumbamiento
del capitalismo permitiera el establecimiento del socialismo. Algunos —como por
ejemplo Rosa Luxemburgo— impacientes por esta actitud contemporizadora,
abogaron por el recurso de la huelga general de las masas como arma
revolucionaria si la situación así lo requería.
El
SPD proporcionó a los demás partidos socialistas el principal modelo
organizativo e ideológico, aunque su influencia fue menor en la Europa
meridional. En Gran Bretaña los poderosos sindicatos intentaron que los
liberales asumieran sus demandas antes que formar un partido obrero
independiente. Hubo, pues, que esperar hasta 1900 para que se creara el Partido
Laborista, que no adoptó un programa socialista dirigido hacia la propiedad
colectiva hasta 1918.
Socialismo Corporativo
Ramificación
del socialismo formulado en Gran Bretaña a principios del siglo XX para
reemplazar al capitalismo. El principal líder del movimiento creado para promover
el socialismo corporativo fue el economista británico George Douglas Howard
Cole.
El
sistema social que pretendían instaurar los socialistas corporativos se
centraba en los sistemas de propiedad y utilización de los medios de
producción, distribución e intercambio industrial entre naciones a través de
gremios o corporaciones, que no tenían nada que ver con los gremios de la edad
media. Estos gremios modernos debían poseer una serie de características: cada
gremio estaría formado por todos los trabajadores, gestores, empresarios y
técnicos de la industria, profesión o comercio sobre el que el gremio tuviera
jurisdicción; dispondría de autonomía en cuanto a los problemas relativos de la
producción; y representantes se elegirían democráticamente. Incluso los
gestores serían elegidos democráticamente por los trabajadores y debían poner
en práctica lo que éstos decidieran.
Los
socialistas corporativos nunca se pusieron de acuerdo sobre qué tipo de Estado
debería gobernar esta sociedad. Algunos pensaban que el Estado tenía que
desempeñar únicamente funciones de defensa del orden público, la defensa
nacional y las relaciones con el exterior. Otros, concretamente Cole, defendían
un sistema de gobierno mediante comunas, que tendrían organizaciones para
representar a los consumidores y a los productores, y se encargarían de la
planificación económica nacional, de legislar e interpretar las leyes, de
gestionar las finanzas y de responsabilizarse tanto de la defensa nacional como
de las relaciones con el exterior.
Casi
todos los socialistas corporativos pensaban que el cambio del capitalismo al
socialismo debía ser fundamentalmente económico y no político, por lo que
consideraban que la acción política era únicamente un medio para propagar sus
ideas. En lugar de la acción política desarrollaron el principio de acaparar el
control, para que los trabajadores, unidos mediante sindicatos, pudieran ir
conquistando gradualmente el control de la administración de las empresas
industriales y conseguir arrebatárselas a los propietarios privados.
La
primera organización creada para fomentar los principios del socialismo
corporativo fue el movimiento de Restauración de los Gremios, creado en 1906 y
reemplazado en 1915 por la Liga Nacional de Gremios. El liderazgo de esta
organización fue disminuyendo a partir de la década de 1920, a medida que el
Partido Laborista aumentaba el número de afiliados y su importancia. En 1930 la
Liga ya no existía.
Socialismo Cristiano
Movimiento
de mediados del siglo XIX surgido dentro de la Iglesia de Inglaterra que se
unió a la idea de que el socialismo es el resultado directo del desarrollo del
cristianismo y, para ser efectivo, debe estar basado en principios cristianos.
Sus principales defensores eran Frederick Maurice, Charles Kings ley y John Ludlow,
quien en el año 1848 empezó a publicar Políticas para la gente, un periódico
semanal que apoyaba a la clase trabajadora y animaba a los ricos a practicar la
justicia y la caridad imbuidos del espíritu del compañerismo cristiano. Más
tarde, este organismo publicó Tratado sobre el socialismo cristiano, fomentando
la cooperación más que la competencia o rivalidad entre los trabajadores.
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