Nietzsche
ocupa un lugar destacado en la historia de la Filosofía. Fue profesor de
Filología clásica en la universidad de Basilea, pero debido a una enfermedad
contagiosa de la que nunca pudo librarse, hubo de renunciar a su plaza. A
partir de este momento iniciará una vida solitaria que marcará un nuevo rumbo
en su producción intelectual. En el año 1889 perdió la razón, permaneciendo en
este estado hasta el día de su muerte.
Sus
obras más importantes son: Así
habló Zaratita, Más allá
del bien y del mal, Humano,
demasiado humano, El Anticristo y La
voluntad de poder.
La
filosofía de Nietzsche tiene un carácter polémico. Por una parte, se trata de
una filosofía inacabada, por otra parte, el pensamiento de Nietzsche ha sido
considerado por muchos como la base intelectual del nazismo. En este sentido,
aunque no pueda realizarse una afirmación absoluta, parece indudable que existe
cierta semejanza entre algunas ideas de Nietzsche y la «filosofía» del
nacionalsocialismo.
Una
de las características fundamentales del pensamiento de Nietzsche es su actitud
crítica frente a todos los sistemas morales y religiosos en su época. En
efecto, niega la religión (especialmente la cristiana), para él, «...la
moralidad misma es una forma de inmoralidad...». Frente a esta moral de los
débiles y esclavos propone la creación de un nuevo tipo de hombre, de un hombre
superior: el Superhombre cuyo único fin es el poder.
Las
virtudes tradicionales (compasión, piedad, etc.), son propias de los débiles.
Frente a estas virtudes se recomienda la fuerza, la valentía, el orgullo, la
guerra, la violencia, etc., que son las auténticas virtudes y las que
posibilitan alcanzar más poder. En definitiva, el Superhombre crea su propia
ley y por naturaleza debe dominar a los más débiles, al «rebaño». De todo ello
se infiere que los hombres no son iguales, es más, nunca deben ser iguales.
Esta idea, se dirige directamente contra la democracia, de un lado, y contra el
socialismo, de otro.
La
concepción que Nietzsche tiene del Derecho y el Estado se encuentra en
consonancia con el resto de su doctrina. El Estado ha sido creado para la
protección de los débiles, del rebaño. Por consiguiente, el nuevo ideal humano
que propone (el Superhombre) debe situarse por encima del Estado; sólo de este
modo podrá vencer la mediocridad que viene representada por el resto de la
sociedad. El único valor que reconoce al Estado es la posibilidad que éste
tiene de llevar a cabo acciones que jamás acometería el hombre común.
En
relación con el Derecho y la justicia su concepción es igualmente negativa.
Sólo hablan de justicia los débiles, aquéllos que no pueden ejercer sus derechos.
Por el contrario, los que tienen la suficiente fuerza para hacerlo se olvidan
de las exigencias de la justicia. El Derecho se identifica, en cierto modo, con
el poder; de ahí que sea absurdo e irreal hablar de un Derecho que no vaya
acompañado de la fuerza. En definitiva, tanto el Derecho como el Estado son
creados por los débiles para impedir que los más fuertes impongan su poder.
En
conclusión, puede decirse que en todo el pensamiento de Nietzsche está
presente un acusado individualismo que niega todo aquello que pueda refrenar el
desarrollo de la personalidad y, por tanto, se acaba negando la sociedad, el
Estado y el Derecho
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