viernes, 25 de octubre de 2013

FRIEDRICH NIETZSCHE (1844-1900)




Nietzsche ocupa un lugar destacado en la historia de la Filosofía. Fue profesor de Filología clásica en la universidad de Basilea, pero debido a una enfer­medad contagiosa de la que nunca pudo librarse, hubo de renunciar a su plaza. A partir de este momento iniciará una vida solitaria que marcará un nuevo rumbo en su producción intelectual. En el año 1889 perdió la razón, permaneciendo en este estado hasta el día de su muerte.
Sus obras más importantes son: Así habló Zaratita, Más allá del bien y del mal, Humano, demasiado humano, El Anti­cristo y La voluntad de poder.
La filosofía de Nietzsche tiene un carácter polémico. Por una parte, se trata de una filosofía inaca­bada, por otra parte, el pensamiento de Nietzsche ha sido considerado por muchos como la base intelectual del nazismo. En este sentido, aunque no pueda realizarse una afirmación absoluta, parece indudable que existe cierta semejanza entre algunas ideas de Nietzsche y la «filosofía» del nacionalsocialismo.
Una de las características fundamentales del pensamiento de Nietzsche es su actitud crítica frente a todos los sistemas morales y religiosos en su época. En efecto, niega la religión (especialmente la cristiana), para él, «...la moralidad misma es una forma de inmo­ralidad...». Frente a esta moral de los débiles y esclavos propone la creación de un nuevo tipo de hombre, de un hombre superior: el Superhombre cuyo único fin es el poder.
Las virtudes tradicionales (compasión, piedad, etc.), son propias de los débiles. Frente a estas virtudes se reco­mienda la fuerza, la valentía, el orgullo, la guerra, la violencia, etc., que son las auténticas virtudes y las que posibilitan alcanzar más poder. En defi­nitiva, el Superhombre crea su propia ley y por naturaleza debe dominar a los más débiles, al «rebaño». De todo ello se infiere que los hombres no son iguales, es más, nunca deben ser iguales. Esta idea, se dirige directamente contra la democracia, de un lado, y contra el socialismo, de otro.
La concepción que Nietzsche tiene del Derecho y el Estado se encuentra en consonancia con el resto de su doctrina. El Estado ha sido creado para la protección de los débiles, del rebaño. Por consi­guiente, el nuevo ideal humano que propone (el Superhombre) debe situarse por encima del Estado; sólo de este modo podrá vencer la medio­cridad que viene representada por el resto de la sociedad. El único valor que reconoce al Estado es la posibilidad que éste tiene de llevar a cabo acciones que jamás acometería el hombre común.
En relación con el Derecho y la justicia su concepción es igualmen­te negativa. Sólo hablan de justicia los débiles, aquéllos que no pueden ejercer sus derechos. Por el contrario, los que tienen la suficiente fuerza para hacerlo se olvidan de las exigencias de la justicia. El Derecho se identifica, en cierto modo, con el poder; de ahí que sea absurdo e irreal hablar de un Derecho que no vaya acompañado de la fuerza. En definitiva, tanto el Derecho como el Estado son creados por los débiles para impedir que los más fuertes impongan su poder.
En conclusión, puede decirse que en todo el pensamiento de Nietzs­che está presente un acusado individualismo que niega todo aquello que pueda refrenar el desarrollo de la personalidad y, por tanto, se acaba negando la sociedad, el Estado y el Derecho

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