Los
Nacionalismos son un producto europeo que coinciden en su nacimiento con
cambios relacionados por las revoluciones liberal e industrial. De echo, la
primera nación de la historia es la resultante de la Revolución Francesa, pues
Francia exporta, junto con ese modelo de nación liberal identificada con el
Estado, las ideas liberales.
Así, se
difunde el nacionalismo liberal mientras al mismo tiempo aparece un nuevo
pensamiento nacionalista contrapuesto a éste: el nacionalismo romántico.
Con la
derrota de Napoleón, la involución política de la Restauración significará el
inicio de una lucha en la que se va a usar la idea de nación como arma
política; planteando el doble objetivo de crear un Estado liberal-nacional,
como por ejemplo ocurriría con la emancipación de las colonias americanas, la
guerra de Grecia (1830) o la independencia de Bélgica del conjunto de los
Países Bajos. En todos estos casos, liberalismo racional y nacionalismo
aparecen muy unidos, pero se le añaden componentes irracionales románticos que,
junto a la idea de Estado, señalan el “destino histórico” de la nación (la
Historia le asigna al Estado una misión que cumplir).
Con las
revoluciones de 1848 se establecen ya de forma definitiva una serie de Estados
a la vez liberales y nacionalistas. Se abre entonces el frente de Europa
central y oriental para el comienzo del nacionalismo en Europa del Este.
Por
ejemplo, en 1870 Alemania se unifica en el II Reich; Italia también se unifica,
etc., y en el Este, Polonia y los Estados Eslavos, gracias a la crisis del
Imperio Austro-Húngaro, se independizan conformándose como nuevos
Estados-Nación.
En el
S.XX, las tensiones en Europa Oriental y Central serán una de las causas de la
Primera Guerra Mundial.
La
Primera Guerra Mundial tiene así el nacionalismo en su origen y también en su
conclusión, pues tras ésta surgen multitud de nuevos Estados Nacionales en
Europa (Yugoslavia, Bulgaria...), donde se reproducen enfrentamientos
nacionalistas, pues estos Estados siempre han deseado más poder y siempre hay minorías
étnicas que exigen su representación.
La
Segunda Guerra Mundial también se relaciona con el nacionalismo: la situación
de la República de Weimar (Alemania), destrozada, favorece el contexto para el
nacionalismo.
Tras la
II Guerra Mundial, la problemática nacionalista se traslada al Tercer Mundo.
Tras la
descolonización, bien por el debilitamiento de las potencias o por el espectro
de una Europa que se autodestruye y dos bloques (EEUU y URSS) que aspiran a
ocupar la hegemonía internacional, da lugar a un poderoso movimiento
nacionalista emancipador durante1950-60. A finales de los 70, aparentemente, se
apacigua, y el nacionalismo vuelve a Europa debido a la desintegración del
bloque soviético, que desencadenará tensiones con dirección nacionalista.
Por
ejemplo, el caso de Yugoslavia, que, en su búsqueda del poder, se dirige a un
nacionalismo racista estricto.
Así, en
conclusión, podemos decir que el nacionalismo no es el problema, sino que los
problemas favorecen el nacionalismo, que intenta paliarlos, y además, alcanzar
el poder, lo cual termina por romper la convivencia.
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