Fue
sobre todo después de 1945 cuando se relacionó el socialismo con la gestión de
la economía por parte del Estado y con la expansión del sector público a través
de las nacionalizaciones. Aunque los activistas socialistas concebían la
propiedad estatal como un primer paso hacia la abolición del capitalismo, las
nacionalizaciones tenían por lo general objetivos más prácticos, como rescatar
empresas capitalistas débiles o ineficaces, proteger el empleo, mejorar las
condiciones de trabajo o controlar las empresas de servicio público. A pesar de
que las nacionalizaciones han sido relacionadas a menudo con los partidos
socialistas fueron con frecuencia los gobiernos de partidos no socialistas los
que recurrían a ellas, como ocurrió en Francia (1945-1947), Austria (1945-1947)
e Italia (1945-1947 y en la década de 1960). Por el contrario, un partido
socialista triunfante como el Partido Socialdemócrata Sueco, en el poder desde
1932 hasta 1976, entre 1982 y 1991 y de nuevo desde 1994, no recurrió a la
propiedad estatal y optó en cambio por controlar el mercado del trabajo y
mantener el pleno empleo, a la vez que creaba un sistema de `salarios justos'
conocido con el nombre de `política solidaria de salarios'. Los
socialdemócratas alemanes, que formaron varios gobiernos de coalición entre
1966 y 1982, se centraron en el desarrollo económico y experimentaron con
formas de democracia industrial.
En
el aspecto internacional, la mayoría de los partidos socialistas se alinearon
junto a Occidente durante la Guerra fría, aunque importantes minorías dentro de
cada partido intentaran hallar una vía intermedia entre la democracia
capitalista y el comunismo soviético, denunciaron la política exterior estadounidense
y expresaron su solidaridad con los países en vías de desarrollo.
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