La desaparición de la Unión Soviética rompía toda posible vinculación
entre los movimientos izquierdistas locales de América Latina y
cualquier superpotencia hostil a los Estados Unidos; lo que había sido
la principal causa para su apoyo a las dictaduras militares de los años
setenta y ochenta. Las últimas intervenciones norteamericanas, con
utilización abierta de fuerza armada, fueron la
invasión de Granada, 1983 y la
la de Panamá
de 1989. Cuba estaba sometida a un riguroso aislamiento internacional,
acentuado por un embargo comercial que no consiguió debilitar en el
interior al régimen de Fidel Castro. En el
cono sur
(Brasil, Argentina, Chile, Uruguay y Paraguay), se produjo la
reconstrucción de los regímenes democráticos en los años noventa, no sin
dificultades, fundamentalmente por sucesivas crisis económicas que
tensionaron las denominadas
transiciones a la democracia (por ejemplo, el
corralito argentino).
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