viernes, 25 de octubre de 2013

El nacionalismo o reflexión nacional Marxista.




No existe propiamente un pensamiento nacional marxista, sino que más bien se trata de una reflexión sobre la idea de nación desde esta ideología.
Ni Marx ni Engels trataron la idea nacional, pero de sus escritos se pueden extrapolar algunas de sus ideas sobre el concepto de nación. Desde una perspectiva histórica, la nación sería un producto histórico que surge como consecuencia de la conjunción de una serie de factores geográficos y humanos: cultura, economía...; resultado de la política liberal europea. La nación, como producto histórico, nacería en un momento determinado de la Historia de Europa: la transición del Antiguo Régimen al desarrollo del capitalismo y la implantación del Estado Liberal como su forma política.
La nación no forma un todo homogéneo, no es un ente orgánico, sino la sede de la lucha de clases que se desarrolla en su seno. Así pues, cualquier reivindicación nacionalista esconde, según la visión marxista, intereses de clase, y sirve a intereses diferentes dependiendo de cuál sea la clase a la que pertenece la élite dominante que usa la idea de nación como un instrumento a su favor.
La conclusión que se extrae de todo esto es la de un “Llamamiento a un Internacionalismo Proletario”: el marxismo tiene una visión del proletariado como entidad internacional, es decir, superior a la nación, que posee intereses similares en todo el mundo, y que deben unirse en base a esos intereses, por encima de sensibilidades nacionales que son ajenas a ellos, pues pertenecen a la burguesía dominante. Las reivindicaciones nacionalistas deben quedar al margen de la labor del proletariado.
Las posiciones que deben tener los obreros para con el nacionalismo les encamina a la abolición del Estado Liberal, y así, de la nación. Sólo desde una punto de vista estratégico y que favorezca a los intereses proletarios, se pueden utilizar las reivindicaciones nacionales, aunque el objetivo del proletariado debe ser la Revolución y no la nación.
·         En el siglo XX encontramos nuevas aportaciones al pensamiento nacionalista marxista, que son, en muchas ocasiones, modificaciones sustanciales del pensamiento de Marx, que se despegan de los conceptos originales.
Hay tres grandes corrientes:
·  El Marxismo Occidental, encarnado por Rosa Luxemburgo (polaca) en Alemania.
Rosa Luxemburgo mantiene el mensaje clásico y defiende la primacía de la lucha de clases sobre cualquier reivindicación nacional, de manera que el objetivo del proletariado no sea otro que la revolución.
Es inútil declarar el derecho a la autodeterminación; lo que hay que hacer es reivindicar el fin de la opresión nacional, llevada a cabo por la burguesía dominante.
·  Marxismo Oriental, encarnado por Otto Bauer en el Partido Social Demócrata Austriaco.
Es una visión distinta de la de Luxemburgo.
Esta corriente sí considera que las reivindicaciones nacionales están en primer orden. Esto tiene una explicación empírica, debido a la paulatina desintegración que está sufriendo, en esos momentos, el Imperio Austro-Húngaro.
Otto Bauer es el primero que escribe un libro sobre el nacionalismo bajo esta perspectiva, y dice que “Una nación es un conjunto de hombres unido por la comunidad de su destino histórico”. Así pues, se trata de una visión romántica de la nación.
La importancia de Bauer en el pensamiento marxista está en que no considera que las reivindicaciones nacionales sean secundarias, y plantea, además, que una vez que se establezca el comunismo, no desaparecerán las problemáticas nacionalistas, sino que incluso se reanudarán y acentuarán debido al acceso de TODOS a la CULTURA.
Llega a pronosticar, en contra del pensamiento marxista y germánico, que los pueblos eslavos (de los que se decía que desaparecerían debido a su debilidad), no sólo no desaparecerían, sino que ganarían en fuerza y poder.
·  La Postura de Lenin.
Esta es una posición independiente de Lenin, quien lanza una teoría sobre cuál es el papel político del nacionalismo.
Lenin es el único pensador de esta época que se plantea abiertamente, y de forma radical, el derecho a la autodeterminación, el cual implica además el derecho a formar un Estado nacional independiente; y afirma que la clase trabajadora debe ser enemiga de cualquier clase de opresión, sea nacional o no.
¿Qué justifica esta posición de Lenin para consentir la autodeterminación?. La respuesta hay que entenderla en su contexto histórico: Lenin pretende aprovechar el potencial revolucionario de las reivindicaciones nacionalistas dentro del Estado Zarista, pretendiendo una alianza entre la clase trabajadora y los sectores sociales que defienden el nacionalismo. Así pues, su intención no es desmembrar el territorio, sino crear un Estado fuerte y grande al que se adhieran, voluntaria y libremente, las identidades nacionales. Así el poder central se hace compatible con las naciones que lo aceptan libremente dentro de la federación, configurándose así un Estado Federal. De hecho, la URSS se constituye siguiendo este principio.
De este modo, a identidad nacional y la autodeterminación existirían, pero ésta no tendría por qué hacerse efectiva si la federación es “más beneficiosa”.

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